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¿Globalización o arma?

Manuela Gasca  

La globalización ha reconfigurado radicalmente la propagación de enfermedades al crear un entorno interconectado que facilita la transmisión de patógenos a nivel mundial. Esta interconexión ha llevado a una serie de consecuencias significativas en la propagación de enfermedades infecciosas. Las cuales dejan a la sociedad y a los científicos al rededor del mundo cuestionándose soluciones efectivas para evitar epidemias o incluso pandemias lamentables 

Por ejemplo, uno de los sucesos más lamentables en la historia de la epidemiología es la rápida propagación del virus del Ébola en 2014, la cual ilustra vívidamente cómo la globalización ha alterado el panorama de la salud global. Lo que comenzó como un brote localizado en África occidental se convirtió en una crisis internacional en cuestión de semanas. Esta propagación explosiva fue impulsada en gran medida por los viajes internacionales, que permitieron que el virus se extendiera a través de fronteras nacionales de manera rápida y eficiente. La capacidad del Ébola para viajar en avión junto con las personas infectadas reveló cómo las distancias geográficas ya no pueden considerarse barreras efectivas contra la propagación de enfermedades. Este evento también subrayó la importancia crítica de la cooperación internacional en la detección temprana y la contención de enfermedades, destacando la necesidad de un enfoque coordinado y global para abordar los desafíos de salud emergentes en el mundo interconectado de hoy en día. Con esto en mente, es evidente que tanto los gobiernos como las instituciones no gubernamentales encargadas de la salud (OMS, OPS) deben asegurar programas de seguimiento y protección de enfermedades infecciosas al rededor del mundo. 

Además de la propagación de enfermedades de seres humanos al rededor del globo terráqueo, también se puede ver el impacto del comercio internacional en la propagación de enfermedades a través de productos agrícolas y animales. La gripe aviar es un ejemplo destacado; se ha transmitido a través del comercio de aves y productos avícolas contaminados. En 1997, un brote en Hong Kong llevó a la masacre de millones de aves para contener la enfermedad. Desde entonces, el virus ha seguido surgiendo en diferentes partes del mundo a través del comercio internacional, causando preocupación por su potencial para mutar y afectar a los seres humanos. 

Una de las consecuencias más preocupantes de la propagación de enfermedades a causa de la globalización es la desigualdad en el acceso a la atención médica, que se ha exacerbado con la globalización. En países desarrollados, los sistemas de salud pueden ofrecer tratamientos avanzados y vacunas para enfermedades como la gripe. Sin embargo, en países en desarrollo, las limitaciones en la infraestructura de salud y los recursos pueden dificultar la detección temprana y el tratamiento efectivo de enfermedades transmisibles. Esto crea un entorno propicio para la propagación de enfermedades y resalta la necesidad de un enfoque global y equitativo para abordar la salud pública en un mundo cada vez más interconectado.  

Sin embargo, ya se han establecido estrategias efectivas por parte de organizaciones no gubernamentales como la OMS para prevenir que este fenómeno se siga propagando y resulte en algo peor. Por ejemplo, El Reglamento Sanitario Internacional (RSI), vigente desde 2005, se erige como una herramienta fundamental para la prevención de la propagación internacional de enfermedades. Este instrumento jurídico no solo busca proteger la salud pública mundial, sino que también facilita el comercio y los viajes internacionales, evitando interferencias innecesarias. El RSI establece un marco de acción integral que abarca la detección temprana y respuesta a brotes, la evaluación y manejo de riesgos para la salud pública, la coordinación internacional en emergencias de salud pública y el fortalecimiento de los sistemas nacionales de salud. De esta manera, el RSI se convierte en un pilar fundamental para la seguridad sanitaria global, permitiendo una respuesta eficaz y oportuna ante las amenazas de enfermedades transmisibles. 

 

En conclusión, la globalización, si bien presenta numerosos beneficios, también plantea desafíos en el ámbito de la salud pública. La interconexión mundial facilita la propagación de enfermedades infecciosas, como se evidenció con el Ébola o la gripe aviar. Esta situación exige una respuesta global y equitativa, que aborde las desigualdades en el acceso a la atención médica y fomente la cooperación internacional. Iniciativas como el Reglamento Sanitario Internacional son cruciales para la detección temprana, contención y prevención de brotes epidémicos, garantizando una seguridad sanitaria global que proteja a todas las naciones. 

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