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¿Vandalismo o reevaluación de la memoria histórica?

María Paula Cabrales

El conquistador español Sebastián Belalcázar fue de gran importancia, ya que lideró la hueste que estableció la Fundación Europea en Popayán, Cali, Quito y Pasto. Pero, por lo mismo, tuvo secuelas políticas y culturales en esas regiones, debido a problemáticas relacionadas con la pertenencia de tierras y por haber sido culpado de asesinatos. Por esto, han ocurrido diferentes manifestaciones con respecto a las estatuas levantadas en su honor y su significado para diferentes personas.  El suceso más reciente se presentó el pasado 20 de septiembre en la ciudad de Cali; este día, la estatua erigida en honor a Sebastián de Belalcázar, fue cubierta con una tela blanca, hecho que por tratarse de un patrimonio de la caleño y tener un significado trascendental, como lo es brindar un homenaje al fundador de la ciudad, se ha convertido en un tema de discusión para los colombianos.

Este acto frente al monumento fue un abrebocas para que integrantes del gabinete se reunieran y discutieran sobre el significado de dicha estatua. No es la primera vez que hay una falta de conformidad frente al mismo, ya que días antes, un acto verdaderamente sorprendente y simbólico ocurrió a manos de la comunidad indígena Mizak, conocidos por rechazar los sucesos históricos, quienes se manifestaron en contra del significado del mismo. Esta comunidad se sublevó en contra del conquistador por un pasado lleno de esclavitud, violencia y genocidios injustos a manos de éste. Por ello, decidieron tumbar la estatua durante una protesta.

Si bien la historia no se puede reescribir, la memoria la debemos ver desde nuestro .  

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presente, teniendo en cuenta las inconformidades que existen, tanto de los que rodean estos monumentos, como de las comunidades, grupos o personas que fueron directamente afectadas; a veces hay que darle un nuevo significado o traslado a monumentos como éste. Con esto se busca la conformidad de los ciudadanos al no honrar un pasado oscuro y violento, y, a pesar de que solo los caleños lograron exteriorizar su pensamiento de una forma menos drástica, es un libre ejercicio político de los ciudadanos manifestar su inconformidad que quizá logre que se revalúe la permanencia de algunos de estos monumentos en nuestro país.  

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